domingo, 18 de enero de 2015

MI HIJO MUERDE MAL ¿NECESITA APARATO?

Un gran número de niños tiene problemas en la colocación de los dientes o muerden mal, esto puede tener diversas causas.  La cuestión es que esta mala colocación puede  provocar múltiples alteraciones tanto en los huesos de la boca (mandíbula y sus movimientos), como problemas digestivos (por una mala trituración del alimento) o de fonación.

En el caso de los más pequeños, hay tres causas principales que pueden provocar estas malas mordidas.  

1.   Chuparse el dedo pulgar o el uso del chupete. (o cualquier otro),  Es un hábito frecuente que, si se mantiene en el tiempo, puede desembocar en una mordida abierta anterior, es decir, que los dientes de adelante no lleguen a contactar.

2.   Proyectar la lengua entre los dientes al tragar. Esta fuerza, con el tiempo, separa los dientes y los vuelca provocando mordida abierta anterior. Este problema se llama deglución atípica o infantil, muchas veces provocada por la prolongación del uso del biberón.

3.   Respirar por la boca. Este tipo de respiración no permite que el maxilar superior se desarrolle con normalidad y genera problemas de mala oclusión dental.

Si estos problemas no se corrigen a tiempo, pueden afectar a la posición de los dientes, que aparecerán desalineados o mal posicionados ,  además de impedir el crecimiento normal de los huesos de la cara.


Las alteraciones en la mordida son distintas en función de la desviación de los maxilares:

- Mordida abierta: es muy frecuente. En ella, los dientes superiores no llegan a superponer a los inferiores.

- Sobremordida: los dientes superiores solapan de manera excesiva a los inferiores.

- mordida cruzada: presenta el efecto inverso.  Los dientes de la mandíbula (diente inferiores) sobresalen a los maxilares (dientes superiores).

En algunas ocasiones, cuando se elimina el hábito de manera temprana se pueden corregir estas alteraciones de manera espontanea, en otras necesitan un tratamiento temprano de ortopedia.  

 Mediante la ortodoncia se corrige la posición de los dientes y el desarrollo de los huesos de la cara y se distribuyen de forma armónica las fuerzas, eliminando la tensión sobre los dientes, la mandíbula y los músculos, evitando traumatismos dentales, desgaste precoz –por la irregular distribución de las fuerzas– caries y enfermedades de las encías –por los problemas de higiene que conlleva la desalineación de los dientes.



¿A partir de qué edad el niño podrá utilizar aparatos para los dientes?


El tratamiento con aparatos removibles se puede iniciar a edades muy tempranas, una vez detectado el problema principal y eliminado el hábito que lo provoca.  La edad dependerá de cada niño ya que necesitamos que sean conscientes del problema y de la necesidad de su colaboración.

El tratamiento con aparatos fijos lo retrasamos hasta el recambio de todos los dientes temporales y la correspondiente erupción de los definitivos porque, como ya hemos comentado, se encargan de posicionar correctamente cada uno de los dientes para conseguir una oclusión perfecta. Pero la ortopedia es ideal iniciarla a edades tempanas en las que el niño este en crecimiento para que el recambio dentario se realice de la forma más correcta y así facilitar el posterior alineado si es necesario.